viernes, 24 de febrero de 2012

La Propuesta de la ERE.

El colegio Mayor de San Bartolomé, en torno a la ERE tiene como propuesta "estructurar u orientar una enseñanza que guie al estudiante, para que este sea capaz de proponer o formular de diversas formas y con razones, la manera de hacer prácticos los conocimientos adquiridos." Es una propuesta de que sean capaces de dar razón de su fe, es decir, que los estudiantes le encuentren sentido a esa fe que profesan y que sean capaces de asumir las consecuencias de dicha profesión.

Esta propuesta es fruto de una planeación y planificación debido a que el Área de Educación Religiosa es “un plan dinámico, sistemático y procesual, el cual se va desplegando según variables como el contexto, la edad de los estudiantes, su caracterización psico-evolutiva y principalmente las necesidades y problemáticas más prioritarias de su entorno.”

Desde el DNC (Directorio Nacional de Catequesis) el modelo de ERE en el colegio Mayor de San Bartolomé es Confesional-Confesante
Es confesional porque en su acción evangelizadora tiene como objeto de estudio a Jesucristo como hecho religioso. Abarca de manera amplia y sistemática el reconocimiento y comprensión profunda de la persona del Cristo, como el Enviado, el Mesías de Dios, el Ungido, el Cristo, el Hijo de Dios, el Salvador. Es asumir que en él se da el culmen de la Revelación y que la Resurrección se constituye como núcleo central de la fe. Y se considera confesante debido a que, la Institución Religiosa tiene la responsabilidad desde la ERE de “iluminar, ilustrar, formar y enseñar la doctrina de la Iglesia que ha reflexionado, orado, testimoniado sobre la persona de Jesucristo, su obra redentora a toda la humanidad y su prolongación en la Iglesia.”

La institución se ve responsable de que sus estudiantes, egresados, docentes y padres de familia tengan un conocimiento claro, sobre quién es Jesucristo, su mensaje, sobre su Iglesia, sobre la moral. Sabiendo dar argumentos a un mundo escéptico sobre qué es lo que creen y viven los cristianos.

jueves, 16 de febrero de 2012

¿Cómo se da el paso de la teología de ERE?

En la primera clase, he podido observar que la clase de ERE tiene un aspecto de que el estudiante sintetice una gran variedad de conceptos. Se habla de una cantidad de términos que los jóvenes, a mi parecer, no alcanzan a percibir como son: conversión, mística, vocación, vida de oración, vida religiosa.

Y la segunda clase, estuvo motivada por la reflexión crítica de la noticia, “la historia de los curas muertos.” Los estudiantes expresaron firmemente sus opiniones personales frente a la institución eclesial. Uno de ellos expresaba los curas predican pero no aplican; otro decía, como es posible que en la Iglesia se hable de respeto a la vida y los propios curas no la valoran; otro más radical expresaba, dentro de la institución se percibe una exclusión frente a personas que tienen diferente identidad sexua;, y uno más atento a la temática comunicaba que, frente al tema vocacional que estamos tratando, veo que lo curas fueron inmaduros y cobardes porque no fueron capaces de tomar decisiones asertivas frente a sus vidas, se dejaron llevar por el temor de qué iban a decir la sociedad.

En términos de la pregunta planteada, puedo decir que el paso de la teología a la ERE se da en:
·         Un constante bombardeo de información: conceptos pre-determinados que el joven tiene que integrar como dé a lugar.
·         Conceptos claros y concisos que el estudiante tiene que aprender.
·         Se da por entendido que el estudiante ha integrado las temáticas de los cursos anteriores.
·         Se ve al maestro como una persona que tiene la ultima palabra, es decir, una persona que dirige una información y que el oyente tiene que asumirla, tal cual, él la presenta. No se alcanza a percibir el rol del maestro de acompañante. 
·         Se pretende que el estudiante sea religioso frente a unos conceptos básicos.
·         No hay un descubrimiento (experiencial) de la humanidad de Jesús sino de que entiendan quien fue él.

jueves, 9 de febrero de 2012

Día de Inducción

El día de inducción en el colegio Mayor de San Bartolomé fue fría, gris y oscura, no tanto por  la jornada sino por la madrugada del lunes 6 de febrero. Quedamos en encontrarnos en la entrada del colegio a las a las 6:30 a.m.

Mis compañero fueron llegando uno tras de otro pero la profesora Socorro nada que se asomaba. En medio de la espera, uno de mis compañeros se le ocurrió la brillante idea de registrarse en secretaria anunciando que éramos los estudiantes que venían para la Práctica Pedagógica. Sino hubiese sido por él, nos hubiese tragado el frío.

En el departamento de Pastoral, nos esperaban ansiosos aquellos profesores que iban a hacer nuestros acompañantes. En la reunión nos presentaron la dinámica del Colegio en general, la metodología de las clases (ERE) y los ítems en el cual íbamos a hacer evaluados.

Los integrantes del departamento de Pastoral fueron muy acogedores y agradecidos, ya que íbamos a estar acompañándolos en un programa pastoral, donde se ven ellos dan la vida por los muchachos educándolos en la evangelización. Entre los integrantes estaban Carlos Sossa, Clara, Yanira y el padre Héctor Londoño.

Nos despidieron diciéndonos que iba a hacer un tiempo de aprendizaje, trabajo y mucho gozo.

Bienvenido a este Hogar.

Algo hermoso  que recuerdo de mi infancia escolar fue la entrevista que tuve para ingresar a Kinder en el Colegio Calasanz de Cúcuta, Norte de Santander.

Un padre escolapio muy habilidoso, me preguntaba delante de mis padres que dijera todos los nombres que supiera del animal que estaba en la foto y que de todos esos nombres, cuál era el verdadero nombre del animal.
Yo tembloroso, asustado y atemorizado sin ganas de balbucear palabra alguna, no se me ocurría nada por el estilo. En ese entonces, hubo un silencio largo, cuando de un dos por tres, mi mamá intervino diciéndome, “hijooo, recuerde todas las barbaridades que Ud. le dice a su hermanito cuando ve algo que no le gusta… algo asqueroso.” Gracias a la intervención, mi cabeza se desenredo y yo empecé a decir, “cochino…., puerco…., marrano…., cerdo…”

Después de decir esas cuatro palabritas, retorno el silencio que tanto detestaba, pues no se me ocurría nada más. Ese silencio hizo que el padrecito se reirá y me abrazase. Avergonzado y apenado, no entendía porque me abrazaba, si lo único que había dicho era cuatro groserías.
Entre su sonrisa me decía, “bienvenido a este hogar que va hacer su escuela.”

Yo entusiasmado, exaltado y alegre por todo lo que me dijo, empecé a llorar y lo único que hice fue abrazarlo y darle las gracias.